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Deja de jugar al escondite

15 may 2020

Ciencias Físicas

De la noche a la mañana todo cambia, tanto es el cambio que duele. Y entonces mi mayor preocupación es: ¿qué pasará con mi futuro profesional? ¿Cómo paralizo todo lo que realmente me llena ahora mismo?…


Facultad de Ciencias Físicas de la UCM



Me llamo Anxo y soy estudiante de Física, y este, al igual que para muchos otros estudiantes, es mi último año de carrera. Antes de que esta pandemia decidiera paralizar nuestras vidas por completo yo era un chaval bastante normal que estudiaba, iba al cine y a la playa, pasaba tardes jugando al Mario Kart con mis amigos, en fin, una vida corriente. Pero entonces, de lo que parecía ser un mero tropezón, acabamos dándonos de morros contra una crisis sin precedentes en las últimas décadas. Todo, repito, todo lo que era mi vida, mi día a día, se redujo a cuatro paredes y muchas cosas en las que pensar.

Dentro de todo este torbellino de acontecimientos hubo una cosa que no se paralizó, mi formación. Esto no son unas vacaciones, es una piedra en el camino que nos está haciendo sacar lo mejor de nosotros, como individuos y como sociedad. 

Mi padre es trabajador en turnos cambiantes de 8 horas cada uno, y mi madre trabaja en uno de esos servicios que se consideran esenciales.

En mi casa no se respira otra cosa que no sea sacrificio y esperanza. Por eso me duele ver que hay personas que, sabiendo la situación que se está viviendo, no muestren un ápice de competencia y humanidad en sus ámbitos. Deben creer que si el virus no ha llegado a sus casas es porque tiene un sistema inmune fuerte como una roca, pero no es así, si no están enfermos es porque hay personas comprometidas que se han quedado en casa, es porque hay cajeras en los supermercados vendiéndonos el pan todos los días, es porque hay agricultores y ganaderos dándonos de comer, es porque hay profesionales sanitarios prácticamente viviendo en el hospital para que nuestra hermana, primo, amiga, no se muera, y así podría seguir nombrando personas que han comprendido la talla de este reto y han decidido actuar con el coraje y la valentía que se nos exige. 

Entonces yo me pregunto una cosa: ¿tan difícil es comprender que situaciones excepcionales requieren medidas excepcionales?. Aparte de todos los problemas con los que un estudiante tiene que lidiar en su día a día, ¿también tiene que vivir con la incertidumbre de no saber cuándo se va a examinar?. Yo creo que no. 

Cronología


En la UCM se anularon las clases durante quince días a partir del miércoles 11 de Marzo, cuatro días antes de que se impusiera el estado de alarma. 
Durante esos días reinaba la incertidumbre, nadie sabía qué hacer. Pero en el aire había la esperanza de que solo fueran unos días, y que pronto reinaría la normalidad. ¡Qué inocentes éramos! 
Pero entonces no lo sabíamos, claro. 
Recuerdo que ese mismo día me llamó mi madre diciéndome que me volviera a casa durante esos días para pasarlos "en familia". Iluso de mí, solo me llevé una pequeña maleta con lo necesario para pasar unos días, atrás quedaban la mayoría de mis apuntes (si me llevé los que consideré necesarios para seguir trabajando esos días), libros, material...

Llegó el día 14 de Marzo y todos estamos en el salón escuchando a nuestro Presidente anunciar el estado de alarma. Trago saliva. Miro a mi madre. A mi padre. A mi perro. Miro al Presidente, que parece que nos mira a todos.
Estado de alarma. Tres palabras. Y que significan tanto. Significan miedo. Pánico. Significan no salir de casa. ERTES. Paro. Recesión. Significan no enterrar a tus familiares. No despedir a tus amigos. 

Los primeros días fueron un sueño, una ilusión, que rápidamente se desvaneció de con la cruda realidad al ver el número de muertos. Que eran, son más que un número. Son personas. Familias destrozadas. Recuerdos. Risas que no se volverán a escuchar. Historias que perdurarán en la memoria de sus familiares.

Mientras, no sabíamos nada de los profesores. Estarían igual que nosotros, supongo. Nadie sabía nada. 

Pasan los días, pero hay una fecha que no se nos olvidará fácilmente: 24 de Marzo, día en que se abrió el Palacio de Hielo como morgue. Toda España tiene grabadas las imágenes de cientos de ataúdes descansando en lo que en otros tiempos era un lugar de diversión.

Entonces llega el 25 de Marzo, se nos anuncia que desde rectorado han estado coordinandose con las facultades y otras universidades. Acuerdan aplazar todo el calendario una vez más. Supongo que a la espera de que esta pesadilla se acabe. Al mismo tiempo, afirman que este tiempo fue de "adaptación a la docencia online" y que a partir del 4 de Mayo, después de Semana Santa, debemos empezar a recibir docencia online. Mientras, no sabemos nada de cómo se nos va a evaluar. ¿Se nos evaluará de lo dado online? ¿Podremos hacer exámenes presenciales?

Pasan los días sin noticias por parte de la universidad. Mientras, en la televisión nos bombardean con noticias de fallecidos. Todos conocemos a alguien que ha sufrido las consecuencias del COVID-19 de cerca. Y, quien no, sufre las consecuencias de ésta.
Mi tío vé como tiene que cerrar su bar, pero las facturas siguen llegando y las ayudas del Gobierno no llegan a tiempo.
Mi cuñado tiene que cerrar su restaurante. No sabe si podrá abrir de nuevo.

Entre lágrimas, llega el 4 de Mayo. La esperada docencia online. Que de docencia solo tiene el nombre. Los profesores empiezan a enviar cosas a cuenta gotas. Pero dista mucho de ser una clase: Unas viejas diapositivas que encontraron por internet. Un pdf al que le pusieron audio. Otros se dedican a leer powerpoints. No conozco a ninguno que de clases online. Se sigue sin saber nada de cómo se nos va a evaluar. Hay voces que hablan de que se aumentará la evaluación continua, esa que nos trajo el plan Bolonia. 

Pero no nos sorprendamos de que profesores que no sabían dar clase presencial, tampoco sepan dar clase online.

A día de hoy, seguimos igual. Las clases se reducen a unos pdfs copiados. Y eso si tienes suerte. Si no, se limitan a decirte los libros que tienes que consultar. Ya te encargas tú de buscarlos por tu cuenta. Eso sí, nos aumentaron la continua, y ahora además de ser autodidactas, también tenemos que ser sonámbulos. Porque es la única forma de que nos dé tiempo a hacer todos los trabajos, ejercicios, investigaciones que nos mandan. 


Soy perfectamente consciente de que nuestra situación no es la peor, ni muchísimo menos, pero esto es un claro ejemplo para entender que el problema no está esencialmente en las instituciones en su conjunto, sino en las personas que no se comprometen por sí solas a formar parte de esta cadena humana. Todos tenemos que sacrificar ciertas cosas, la vida no es ni será como era antes y eso es algo que tenemos que comprender, cuanto antes, mejor.

Salud Mental

A pesar de poner todo mi empeño en perseverar mi salud mental, sería muy injusto, si no mencionara que pues como todos he tenido mis días no tan buenos (tampoco me atrevería a decir que malos, pues malos ya los tienen otras personas que han sufrido la enfermedad más de cerca), he llegado a creer que no podría aguantar mucho más tiempo dentro de casa, ni si quiera veía que avanzara, la universidad por un momento me hizo decaer, aunque no sería justo mencionar esto sin decir que pues, como a todo el resto de población, para ellos tampoco está siendo fácil está situación.
Anxo

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